fbpx
Fecha de publicación: 15 abril, 2021

Una meditación sobre la vulnerabilidad, la supervivencia y el consuelo cuando no hay escape.

Dra. Sue Johnson. 

12 de abril, 2021

Los momentos de vulnerabilidad severa los tenemos todos – esos momentos en los que te sientes totalmente indefensa. Como si se te acabara la vida. Una de las grandes dificultades que tenemos es responder a la pregunta “¿Cómo encontrar mi camino en esta obscuridad?”

El miedo es un programa para poder escapar, pero ¿qué pasa si no hay escape?

Entonces es un tormento. 

Para mí, este momento pasó sólo hace unos días: enterarme de que, cuando estoy ocupada haciendo mi transición a un estilo de vida con más abundancia y más de “retiro”, tengo un tumor agresivo en mi ojo (que mencioné en enero) y que necesitan quitarme el ojo. 

Parece manejable cuando lo digo así y lo veo escrito. Me siento como un adulto razonable. Pero no es lo que siento cuando me levanto a las 5 de la mañana con el estómago revuelto. En esos momentos me ahogo en un mar de angustia. 

Mi otro ojo sigue funcionando, pero no muy bien. Esto aviva mi miedo de que un día estaré básicamente ciega. También me da miedo que, cuando pase todo esto, el tumor se extienda a otras partes. Entonces me vuelvo una niña de como 4 años en posición fetal. Mi cerebro adulto dice, “Esto debe ser lo que llaman la “noche obscura del alma.” Esto es “sufrimiento.”  Intento tener algo de perspectiva, para poder tener donde pararme, pero no puedo encontrar piso firme. 

¿Qué hacemos los humanos entonces?

Oramos – incluso aquellos de nosotros que no creemos en Dios o, mínimo, en un Dios que escucha. 

Recuerdo leer sobre el apego y la religión. (Pareciera que siempre estoy leyendo o escribiendo sobre el apego. Es mi pasión y mi trabajo de vida llevarlo al campo de la terapia y a mi audiencia.) Sólo hay un cierto número de formas de calmar a nuestro sistema nervioso. La oración es como un ritual, como un cántico, repetición extendida, como himnos o música reggae. El ritual nos da una sensación de orden y una sensación de control. Nos da algo que hacer, una elección. La repetición nos calma. Le ofrece predictibilidad al cerebro, como las canciones de cuna cuando nos mecen, y escuchamos los mismos sonidos una y otra vez. 

Pareciera que nuevos significados aparecen del enfoque intenso de la oración y de los cánticos. Sólo que a veces, cuando recito mi cántico personal a un poder más grande, escucho una voz. Ayer ESO (el Espíritu Santo, la Diosa, o quien haya sido) dijo, “¡La luz también viene de tu buen ojo!”

Extraño, pero reconfortante. 

El Journal of Behavioral Medicine reportó un estudio en 2005 en el que al meditar, cuando la gente se enfocaba en la respiración se calmaba menos que cuando se enfocaban en la palabra “Amor,” que se definió como una meditación más espiritual. 

Interesante.

El movimiento nos puede calmar – cantar y movernos en un ritmo parece arrullar a nuestra amígdala y ofrecernos la promesa de aterrizarnos emocionalmente. Cuando era niña, me mecía en mi columpio y cantaba simples canciones, una y otra vez. Estos días, mi bicicleta de ejercicio a veces me saca de mi camino obscuro, y de repente me encuentro cantando canciones de ABBA a todo pulmón. 

Las historias nos calman, especialmente aquellas que nos reflejan nuestros dilemas y nos los muestran como universales y capaces de ser afrontados con gracia o humor o algún tipo de compostura. ¡Un amigo me dijo que Johnny Depp sólo tiene un buen ojo! ¿Por qué debiera de consolarme eso? Pero me consoló. Y si él lo puede hacer, entonces…

¡Ah, esa es una clave!

La sensación de que PUEDES lidiar con este demonio, esta obscuridad. Esta sensación de ser competente ayuda. Pero la mayor parte de la mañana me siento todo menos competente. Perdí mis lentes, hablé dos veces para la misma cita y se me olvidó el correo de mi amistad más cercana. Un cerebro revuelto. 

Para mí, como teórica e investigadora, todos estos hilos se atan en y reflejan el código de supervivencia biológica más básico de todos: estar CON otro que está presente y amando.

Que una persona que amas te meza en sus brazos, sentir su mano amorosa en tu cara, escuchar su voz suave diciéndote que eres valiosa y que no estás sola…

ESTO es lo que el sistema nervioso anhela. ESTO nos lleva más allá del miedo y la pérdida. 

Quizás esto es lo que quieren decir los poetas cuando dicen, “El amor no lo es todo. Es lo ÚNICO.”

Pero muchos de nosotros estamos encerrados y no podemos acceder a este recurso perfecto y biológicamente preparado. Un cruel dilema que nos vuelve locos. 

Pronto estaré en un hospital y mis seres queridos quizás no puedan entrar conmigo y abrazarme. Entonces, como con una oración, una meditación, una danza con mi mente, debo agarrar y refinar la imagen, escribir en mis neuronas la historia de esa experiencia de abrazo, y después recordarla cuando la necesite. 

Te invito a recordar alguna vez en la que alguien te dio consuelo, te abrazó y te hizo sentir valioso. Ve a esa escena y siéntela. Recuerda la mano en la cara y recuerda exactamente dónde la pusieron y cómo se hizo cálida tu piel. Respira mientras lo ves y lo sientes. Escucha las palabras que se le dicen a tu yo pequeño y frágil y deja que se expandan y hagan eco en tu corazón. Quédate ahí tanto como sea posible. Este es el hogar. Pertenecer nos hace fuertes. 

Es un cliché, pero sólo hay una forma de enfrentarse a los demonios de la vida: 

Juntos. Muy juntos, abrazándonos muy fuerte.

Traducido por Gerardo Villarreal del texto original:

/https://drsuejohnson.com/vulnerability-comfort-attachment-in-lockdown/

Comparte este post:
× Chat Online